domingo, 20 de mayo de 2012

Y pasaba la vida



Queda aún un pedazo de chocolate, pero casi derretido. El sol se ha vuelto abrasador, aunque a la sombra, el tacto continúa gélido, impasible, como siempre, y yo me decanto por sus desagradables caricias heladas. Se regodean en mi mente las mismas palabras, las mismas expresiones, una y otra vez, no cesan, no abandonan su cometido.


Y mi pulso se siente tan acelerado cada vez, y en cambio ya no noto ese fluir continuo por mis venas, la debilidad se adueña de mis ojeras purpúreas. Se ha ralentizado el sonido de mi respiración, pero mis pulmones imploran acelerados un aire que, inexplicablemente, les llega. El sabor del tabaco de siempre carece ahora de toda coherencia. Porque se camina. Porque se respira. Porque se deja que las horas corran desbocadas. Porque se tambalea la maraña de luz blanca destrenzándose con prisas, eximida del tiempo, del espacio, de la marabunta carmesí que pincela a su paso. Es un foco de confeti, serpentinas, lentejuelas y papel de fumar hojas secas. Se rinden a las nubes severas mis articulaciones rígidas, mi alma frígida, y mis labios de amapola. Decálogo de nueve versículos y medio, y una granada por alianza en el dedo anular.




By: Lady winter.

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