sábado, 18 de agosto de 2012

El viejo Fongur

En mi lúgubre hogar perdido en lo más profundo de los manglares del bosque sombrío, jamás se hace de día, o al menos, jamás se aprecia. mi cabaña se encuentra anclada a unos árboles, a un nivel no muy alto, lo suficiente como para que el agua no llegue a inundarla. Está echa de cañas y ramas de árboles, escogidas al azar. Ramas repletas de musgo que le dan un aspecto bastante tétrico y desagradable a mi casucha, cosa que la verdad hace dar una idea del tipo de criatura que vive dentro. Desde fuera mi hogar no parece gran cosa, y la verdad desde dentro, tampoco mejora mucho, pero es mi hogar y ahí tengo todo cuanto necesito.
Está siempre todo desordenado y rodeado de velas encendidas todo el tiempo que paso despierto en casa, pues como os dije, en el bosque sombrío nunca encontrarás claridad así es ideal para mis mascotas. Vivo con un lobo huargo llamado William, un murciélago hematófago que se llama Jack y con una preciosa anaconda llamada Jesse.

Demonios, no vayáis a pensar que soy un monstruo ni nada parecido... solo soy un anciano duende del bosque con rasgos repugnantes y un olor que combina muy bien con el resto. No sé que concepción tendrán las gentes sobre las criaturas de mi especie, pero digamos que no soy más alto que un niño de 9 años, no solemos medir más de un metro 40. Tenemos un rostro de rasgos puntiagudos, una larga nariz afilada, unas orejas grandes y puntiagudas, ojos negros en su totalidad. Nuestra piel varía según la persona, entre verde y marrón, con una amplia gama de mezclas entre medio y solemos tener poco pelo. De hecho, solo tengo una larga barba blanca y poco poblada que solo ocupa mi barbilla.

Bien, ahora que ya os habéis hecho una idea de mi apariencia y de la de mi casa, os hablaré de lo que de verdad importa. !Vaya, ni siquiera he mencionado mi nombre¡ Me llamo Fongur y soy un hechicero de tercer orden. Me dedico o dedicaba a atender a los enfermos de las cercanías, aunque llevo muchos años sin alejarme de mi hogar para atender mis obligaciones, no le niego mi ayuda a nadie que venga hasta aquí a solicitarla. 

El tiempo corroe los corazones como el ácido, me he vuelto una criatura muy solitaria y malhumorada. Los viajeros que pasan cerca de mi morada ya nunca se atreven a entrar, los habitantes del claro del bosque no se atreven a venir, incluso se les cuenta historias a los niños sobre una terrible criatura que habita en la cabaña de los manglares. Se dice que soy un enorme ogro que devora niños, que escupo fuego y bebo sangre... Es increible como la gente inventa y fantasea cuando algo cae en el olvido o cuando desconoce algo. A veces me siento muy solo aquí pero he perdido el valor para volver a ver el exterior del bosque. A penas recuerdo el atardecer, el sonido del rumor del río, la inmensidad del mar, el sol, las estrellas la luna...

Está claro que el viejo Fogur ya no va a aportar nada a este nuevo mundo para mi desconocido.

domingo, 20 de mayo de 2012

Y pasaba la vida



Queda aún un pedazo de chocolate, pero casi derretido. El sol se ha vuelto abrasador, aunque a la sombra, el tacto continúa gélido, impasible, como siempre, y yo me decanto por sus desagradables caricias heladas. Se regodean en mi mente las mismas palabras, las mismas expresiones, una y otra vez, no cesan, no abandonan su cometido.


Y mi pulso se siente tan acelerado cada vez, y en cambio ya no noto ese fluir continuo por mis venas, la debilidad se adueña de mis ojeras purpúreas. Se ha ralentizado el sonido de mi respiración, pero mis pulmones imploran acelerados un aire que, inexplicablemente, les llega. El sabor del tabaco de siempre carece ahora de toda coherencia. Porque se camina. Porque se respira. Porque se deja que las horas corran desbocadas. Porque se tambalea la maraña de luz blanca destrenzándose con prisas, eximida del tiempo, del espacio, de la marabunta carmesí que pincela a su paso. Es un foco de confeti, serpentinas, lentejuelas y papel de fumar hojas secas. Se rinden a las nubes severas mis articulaciones rígidas, mi alma frígida, y mis labios de amapola. Decálogo de nueve versículos y medio, y una granada por alianza en el dedo anular.




By: Lady winter.

domingo, 19 de febrero de 2012

El árbol de la vida

La vida es como un árbol, si las raíces son firmes y la educación es robusta, al final, millones de caminos se abren ante ti.

martes, 20 de septiembre de 2011

Partes de la realidad

La realidad está fraccionada en dos partes, la primera es fugaz, metamórfica y física, esta parte es la apariencia. La segunda parte, no es perceptible por ninguno de los sentidos, es una idea, solo se conoce por la razón, por el pensamiento. Esta segunda parte es indestructible e inmutable, es la parte que hace que una persona se reconozca a así misma, esta parte se llama esencia.

domingo, 11 de septiembre de 2011

La alegría y la tristeza humana, son el manto que recubre el alma.

Una verdad elocuente
es más dolorosa
que cualquier mentira 
que se cuente
estamos hechos para la felicidad
es así y siempre será
si entendemos esta gran verdad
iremos por el mundo 
con mucha más seguridad


El Libro Mágico.

jueves, 9 de junio de 2011

RIMA LXVI

¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas;
en donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.


Gustavo Adolfo Bécquer

jueves, 19 de mayo de 2011

El comienzo de mi nueva no vida

Llega el esperado fin de mi condena, tras 100 años sirviendo en el castillo de proa en el Holandés. Aún recuerdo cuando y como llegué allí, aunque débilmente. Yo servía en la tripulación del ventura y un día después de una larga jornada náutica como contramaestre, cayó de súbito la noche, una noche horrible, de terrible tormenta y tumultuoso oleaje; de pronto, mientras hablaba plácidamente con la capitana en su camarote, el navío frenó en seco, sentí como si me cogiesen por los tobillos y me zarandeasen bruscamente sin separar los pies del suelo. Revelé las ordenes de mi capitana tal y como me indicó, ella pensó que habíamos encallado en un arrecife, lo cual sería muy probable puesto que el calado del ventura es muy profundo. La tripulación actuó siguiendo al pie de la letra las instrucciones de la capitana y aun así no nos movimos del lugar. De repente la mar cobró sospechosa tranquilidad, y cuando quisimos darnos cuenta unos bastísimos brazos ventosos, aún más extensos que el palo mayor, se apostaban erguidos cercando el barco, inmóviles, durante unos minutos, convirtiéndose estos, en los minutos más largos de mi vida. Cuando se consumieron esos minutos, aquellos enormes brazos, se abalanzaron sobre la cubierta del barco, dividiendo a este en dos.

Perdí la conciencia  durante largo tiempo, supongo. Poco a poco me fui recuperando, cuando pude por fin abrir los ojos, me percate de que estaba flotando aferrado a un trozo de madera que por el color, parecía del escritorio de la capitana, mire a mi al rededor y vi que aquel molusco titánico y fétido ya no estaba, y tambien me fijé en que no había sobrevivido ninguno de mis compañeros. En ese momento pensé que navegaría a la deriva hasta morir de hambre, de sed, o devorado por los tiburones, pero súbitamente, emergió un gigantésco navío, con un cruel acabado, de las profundidades oceánicas. me lanzaron un cabo y aferrándome a él me subieron al barco y me sentaron en la borda. De entre las sombras, oí como aparecía una figura reotorcida, de pies pesados, manteniendo una firme mirada se aproximó a mi, y a medio palmo de mi acongojado rostro me preguntó:
''¿Temes a la muerte?''